No importa que estemos hablando de la ópera prima del realizador de un país, como es Bután, sin industria cinematográfica. Los avances tecnológicos y las ganas de hacer cine derriban muros y consiguen milagros como éste, una película rodada en escenarios remotos que habla de temas universales y toca nuestra fibra a través de la esencia desnuda, de emociones que descolocan nuestro antropocentrismo. Ojalá esta sea la primera de muchas películas, porque Pawo Choyning Dorji demuestra sensibilidad e instinto cinematográfico con esta historia que se vive y experimenta como un retiro espiritual de 110 minutos en el lugar más recóndito.
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