Había expectación ante el nuevo largometraje de Alice Rohrwacher tras la maravillosa Lazzaro felice. En esta ocasión tenemos también a un errante meditabundo, aquí con poderes de zahorí para encontrar tesoros arqueológicos. Como en su anterior película, la historia va de menos a más hasta un cierre por encima del resto del metraje, aunque La quimera en ciertos momentos se empantana y le cuesta mantener el foco. Su directora parece más interesada en pintar paisajes emocionales a golpe de celuloide en encuadres viñeteados. Lo arty se impone, pero aprecio la naturalidad de su plantel de actores, especialmente Josh O’Connor.
Drama